Se cumplen 30 años del triunfo de Mario Gayraud en Pigüé
En medio de revolución que aún vivía Pigüé con la celebración del Centenario de Pigüé, el TC 2000 llegaba al autódromo local para disputar la anteúltima cita de aquel año. Allí, un hijo de esta ciudad llegaba como uno de los principales animadores del torneo. Mario Rodolfo Gayraud ya había demostrado credenciales en los campeonatos anteriores y se había ganado el derecho de soñar con coronarse Campeón en un año tan particular para su tierra.
Enfrente estaba un inspirado Esteban Fernandino, que llegaba a Pigüé con 6 victorias consecutivas y 7 puntos de diferencia a su favor con respecto al joven Gayraud. La contundencia del pringlense parecía jugar ampliamente a su favor, pero el pigüense de 27 años por aquel entonces, había demostrado una importante regularidad al momento de la sumatoria de puntos, y era lo que en definitiva lo mantenía vivo en esta definición. Mario, que no puede evitar emocionarse al hablar de esta carrera, recuerda que “ese fin de semana hicimos el primer tiempo en la clasificación y nos dimos cuenta de que teníamos un gran auto. El domingo ganamos la carrera ante un marco de público impresionante, recuerdo que una vez terminada la carrera no me podía bajar del auto porque la gente había invadido el parque cerrado y estaba encima de al Taunus. Entre la Policía y varios de mis mecánicos lograron abrir la puerta y me subí a los hombros de Oscar González y él fue el que me llevó hasta el podio”.
En este relato entrecortado por la emoción, pero con los recuerdos aflorando como si hubiese si esto hubiese acontecido ayer, Mario agrega: “La verdad es que fue algo impresionante lo que vivimos ese día. La gente saludando en cada sector del circuito, agitando las banderas… Recuerdo que cuando me marcaron la última vuelta saqué la mano afuera para saludar al público y fue algo tremendo. Es un recuerdo imborrable en mi mente y en mi corazón. Una carrera muy especial en varios aspectos, porque además de ganar ante mi gente, fue la carrera que me sirvió para ir a buscar el campeonato unos días después”.
Imaginando el entorno generado ante esta situación y consultado por las particularidades de la previa a la competencia, Mario detalla muy particularmente cada vivencia de ese domingo: “Fue una carrera muy difícil por todo lo que había pasado a lo largo del año. Nosotros habíamos ganado la primera carrera y habíamos salido 2do en la segunda, teníamos 55 puntos de ventaja sobre el “Chango” Fernandino, pero llegamos a Pigüé 7 puntos abajo porque él me había descontado todos esos puntos con las 6 victorias que había logrado. Nosotros pensábamos que el título le correspondía a él, que iba a ser inalcanzable por como venía corriendo, estábamos algo desanimados y entregados; pero cuando en clasificación vimos que teníamos un gran auto cambiamos los planes en la cabeza, salimos a hacer una carrera tranquila y se dio de esa forma. Nosotros ganamos y Fernandino rompió el auto en la largada, descontamos mucho y llegamos con 13 puntos adelante a Buenos Aires”.
“La de Pigüé fue una carrera muy dura, muy larga, no se terminaba nunca. Mientras iba todo bien y sin problemas nos generaba tranquilidad. Los relojes marchaban bien y mantenía una buena diferencia con el resto, solamente tenía que girar las 35 vueltas que duraba la carrera. Más allá de esto fue muy difícil por el entorno, la gente me hacía sentir la importancia de esta victoria, porque en fue lo que me permitió volver a soñar con el campeonato de aquel año” destacó el ex Campeón del TC 2000.
Mario destacó que este título se basó en “la importancia de tener un preparador como José Miguel Herceg, un grupo de mecánicos espectaculares como la gente de Buenos Aires y mis amigos de Pigüé que trabajaban todos en el auto, que me ayudaron sin pedirme una moneda a cambio. Ellos ponían el corazón en el auto, se quemaban las manos para sacar la caja y el diferencial y transmisionar el auto… Por eso digo siempre que a esto llegamos todos, todos son parte de este título”.
Una segunda parte de esta nota aguardará unos días para ser volcada al papel del semanario. La definición en Buenos Aires y la consagración de Mario Gayraud en el TC 2000 merecen un espacio importante. Por eso el pigüense se despide diciendo que “me emociona el sólo hecho de haber ganado ante mi gente y de haberme consagrado gracias a ellos. Cuando vos contás con buena gente alrededor tuyo, cuando vos llegás a donde llegás hacés ese tipo de expresiones. Y mis manos en aquel podio de Pigüé apuntaron al cielo, cerré los ojos y había muchas lágrimas, porque sabía que en aquel podio no solamente estaba yo, sino que también estaban todos mis amigos, mi familia, mis sponsors, mis preparadores y todo mi Pueblo”.