El pigüense Cristian Gutiérrez publicó una emotiva carta en la que se expresa acerca del milagro de su hijo
La carta publicada hoy en el Diario Tiempo Argentino dice así: "Pasaron tres meses del trágico día en el que, por fortuna, pudimos ser partícipes de un acontecimiento que marcó nuestras vidas. Suena ilógico pero es que así fuimos viviendo una experiencia única, con características que escapan a cualquier análisis de comprensión racional. Soy el papá de Joaquín Gutiérrez, el niño que el 1/11/11, Día de Todos los Santos por esas cosas de la vida, cayó desde el 7º piso en la calle Borges al 2400".
Allí el pigüense Cristian Gutiérrez indica: "me moviliza un único fin: agradecer a aquellas personas que dieron todo para salvarle la vida a mi hijo y nos acompañaron en el momento más difícil y desolador. Las palabras nunca lograrán revelar la felicidad que siento al ver como Joaquito hoy camina con inmensa alegría y fe, después de haber vivido una experiencia única que lo marcará para el resto de su vida. Es mi responsabilidad, como papá, transmitirle el compromiso que asumió cada una de las personas que lo ayudaron desde el primer momento y hasta hoy lo siguen haciendo de manera silenciosa. Somos conscientes de que lo que nos ha pasado debe servirnos para crecer y creemos que fuimos elegidos para acompañar a un angelito que tiene mucho que contar a través de su compromiso para con la sociedad". "Nuestra tarea será encontrar la manera más adecuada de guiar tamaña responsabilidad. Nombraré a las personas de quienes pude recabar sus nombres y que son parte esencial en nuestra vida. Juan (carnicero amigo) quien tranquilizó a mis padres que, desde Pigüé, temían lo peor por lo escuchado en algunos medios. Los agentes federales de la Comisaría 23, insp. Guillermo Busetti, ayudante Germán Fernández y principal Fabio Toledo, quienes actuaron de modo más que eficiente y nos brindaron su apoyo. Emilio y señora (encargados del edificio) que cuidaron a nuestro hijo menor con cariño y supieron mantener nuestra privacidad. La gente del SAME que actuó de manera inmediata y con profesionalismo. El equipo del Hospital Fernández por estabilizar a Joaqui y derivarlo al Hospital de Niños cuando la situación lo requirió. En el Ricardo Gutiérrez a su directora, doctora Cristina Galoppo, que desde el primer momento se presentó en terapia intensiva y se puso a disposición; y al equipo, hasta los camilleros como Nico fueron, son y serán inmortalizados en nuestras vidas. El equipo del doctor Eduardo Steffano, jefe de Traumatología, su colega Mauricio García por sacarnos del estado de shock y revertirnos la preocupación que teníamos, mostrándonos el milagro del cual estábamos siendo parte y que, además, reconstruyeron las piernitas de Joaqui de manera impecable. Su secretaria, Alba Mansilla, esencial para la gestión de las prótesis. El doctor Antonio Cairnie, intensivista pediátrico del Hospital de Niños y jefe del Servicio de Pediatría del Anchorena que, con arduo esmero y pasión trató las cervicales de Joaquín, clave para su desarrollo. El doctor Aroldo Carlos Legarreta; traumatólogo y ortopedista, especialista en columna y un ser humano increíble que junto a su colega Dino nos guiaron y despejaron dudas sobre la operación y su evolución. También a la anestesióloga Cynthia Vogel. Quiero agradecer a la obra social UP que nos solucionó cada inconveniente en tiempo récord y nos atendió en el Sanatorio Anchorena de manera más que extraordinaria, humana y profesional. Los médicos de guardia, las enfermeras, las kinesiólogas, como Romina Pratto, fueron claves en la recuperación de Joaquito. Eduardo Kloster (un tipo de fierro que estuvo desde el primer momento a nuestro lado y se ocupó de lo que no podíamos ocuparnos) Mis amigos, a quienes debo el mayor de los agradecimientos por ser carne y uña en el momento más difícil de mi vida: Juan Martín Carrique y Diego Fernando González Alazard. Guardo un lugar especial para mi familia que, más allá de jamás haber puesto en duda su apoyo en todos los momentos de mi vida, una vez más, superaron todas las expectativas. Mis padres Orlando y Analía, y mis hermanos Fermín y Gisela. Un día como hoy, tres meses atrás, nuestras vidas cambiaron para siempre. Sólo le pido a la misma ser digno de semejante regalo".