En una entrevista con el portal de Mundo Motor el pigüense expresa “hasta ahora todo fue durísimo. Cada día siempre es peor que el anterior. Vengo con muchos problemas eléctricos y de suspensión. En el tramo que hicimos de Bolivia a Chile me quedé sin luz pero pude seguir porque había luna llena. Pero luego se nubló y me bajé con una linternita a comprar un reflector minero en un pueblo”
“Podría decir que manejar un Dakar a la luz de la luna fue muy romántico. Pero la verdad fue una cagada: no tenés noción de la profundidad de las zanjas, no sabés si adelante tenés un juego de sombras o un barranco con un metro de profundidad”, agregó el piloto.
Pero eso no fue todo. En realidad, la odisea recién comienza. “Me tuve que meter en pueblitos bolivianos para soldar partes del ‘cuadri’. Encima había perdido una rueda, tuve que atarle un fierro a la parrilla a modo de patín. Lo llevé como si fuera un trineo durante 12 kilómetros. En medio de la noche boliviana fue difícil conseguir un lugar para arreglarlo, aparte no tenía materiales”, dijo.